El incremento de exigencias medioambientales y que en el caso de los productos de construcción se plasma fundamentalmente a través de la información contenida en las Declaraciones Ambientales de Producto (DAP), es un hecho palpable. Se puede afirmar que estamos todavía en una fase temprana para analizar con todo el rigor necesario que hay detrás de esta información, puesto que por ejemplo en las DAP realizadas conforme a las normas europeas se presentan más de 20 indicadores y en más o menos módulos según las etapas de ciclo de vida que se analicen en cada caso (hasta un máximo de 17).

Sobre este concepto y sus aplicaciones prácticas hemos hablado en numerosas ocasiones, especialmente a raíz de la publicación por parte de ANDECE de 6 (A)DAP sectoriales en 2018 y más recientemente con la actualización de la nueva versión de la herramienta informática para el cálculo de (A)DAP específicas, herramienta reconocida por CERTINALIA (antes TECNALIA certificación) [1].

Sin embargo, en este artículo queremos dar un paso más y profundizar sobre cómo empezar a interpretar de forma más certera la enorme cantidad de datos que contienen las DAP y hacer juicios de valor lo más correctos posibles, incluso hacer comparaciones ajustadas entre distintas alternativas de productos (por ejemplo, un adoquín de hormigón de un prefabricador frente al adoquín de hormigón de otro prefabricador), o bien entre distintos materiales (un adoquín de hormigón genérico frente a un adoquín de piedra natural, por ejemplo).

Sobre lo primero que debemos detenernos es en esta doble llamada incluida en prácticamente cualquier DAP: “La comparación de productos de la construcción se debe hacer aplicando la misma unidad funcional o unidad declarada e incluyendo el comportamiento del producto a lo largo de todo su ciclo de vida. Las declaraciones ambientales de producto de diferentes programas de ecoetiquetado tipo III pueden no ser comparables, ya que las reglas de cálculo pueden diferir”.

La primera llamada restringe notablemente la posibilidad de comparar distintos productos, especialmente cuando los valores de una DAP quedan referenciados a una unidad declarada, como pueden ser unidades de peso (kg, toneladas) o volumen (m3). En el caso de las (A)DAP de ANDECE y podemos afirmar que de forma generalizada en las DAP de productos prefabricados de hormigón publicadas hasta la fecha, la unidad declarada es la la tonelada. Es decir, todos los valores de los indicadores incluidos en las tablas de una DAP quedan referenciados a una tonelada de producto prefabricado de hormigón. Con esta premisa, ¿se podría comparar el potencial de calentamiento global (GWP) de un prefabricador de fachadas frente a otro semejante? Pues no sería del todo correcto, porque probablemente la eficiencia material de una tonelada de ambos no sea la misma, ya que dependerá entre otras variables de la o las resistencias de hormigón que empleen, de la eficiencia material (a través de la optimización en el diseño de las secciones para lograr elementos lo más esbeltos posibles), etc.

Ilustrémonos con un ejemplo, basado en datos aproximados a la realidad actual:

GWP del prefabricador A: 150 kgCO2eq/Tn

GWP del prefabricador B: 160 kgCO2eq/Tn

Ambos valores son para la fabricación de paneles prefabricados de hormigón para fachadas y el impacto ambiental únicamente ha considerado la etapa de producto (A1-A3). Si nos limitásemos a hacer una comparación sencilla entre ambos prefabricadores, la conclusión sería que el fabricante A tiene un GWP menor. Este análisis sería incompleto, por lo que debe entrar a jugar la unidad funcional, que en el caso de las fachadas es el m2 construido. Con esta variable, se consideran cuántas toneladas de paneles necesito por m2 para cumplir con las exigencias reglamentarias en la fachada (acústica, térmica, impermeabilidad o resistencia al fuego).

Eficiencia del prefabricador A: requiere 0,25 Tn de panel para cubrir 1 m2 de fachada.

Eficiencia del prefabricador b: requiere 0,20 Tn de panel para cubrir 1 m2 de fachada.

Referenciando el GWP de ambos prefabricadores a la unidad funcional (m2 de fachada) resultaría lo siguiente:

GWPPref A = 150 kgCO2eq/Tn x 0,25 Tn/m2 = 37,5 kgCO2eq/m2

GWPPref B = 160 kgCO2eq/Tn x 0,20 Tn/m2 = 32 kgCO2eq/m2

Por tanto, con este replanteamiento se podría afirmar con más garantías que el prefabricador B tiene un GWP inferior.

Un caso similar podría ser para un pavimento: lo más acertado sería hacer la comparación ambiental contando con todas las capas del mismo, no únicamente el elemento superior (caso de que sea prefabricado de hormigón, con adoquines o baldosas).

La segunda llamada que mencionábamos anteriormente expresa que las comparaciones, de hacerse, deben ser bajo las mismas reglas de cálculo. Esto cada vez tiene menor amplitud, ya que en el caso de los productos prefabricados de hormigón contamos con una norma europea, la UNE-EN 16757:2023 [2], aunque todavía algunos administradores de programa (verificadores externos como The EPD International) siguen considerando en algunos casos sus propias reglas, las llamadas reglas de categoría de producto.

Otra premisa importante para hacer alguna comparación es que se haga cubriendo el mismo periodo. El ciclo de vida de un producto, igual que el del propio edificio o infraestructura del que formará parte, se basa en un esquema modular, que va desde el inicio hasta el final: módulos A etapa de producto y construcción; módulos B etapa de servicio; módulos C: fin de vida; y módulo D: beneficios más allá de los límites del sistema. De forma generalizada, los productos de construcción han declarado hasta ahora únicamente la etapa de fabricación (A1-A3), por lo que sólo se contabilizaban los impactos ambientales relativos a la fabricación de los mismos (materias primas y energía, transporte y proceso productivo) de forma que no se cuantificaban los posibles impactos posteriores, empezando por la propia construcción. Sin embargo, con la última versión de la norma europea de referencia, la UNE-EN 15804 [3], salvo para los materiales intermedios (por ejemplos, los cementos), todos los productos terminados o elaborados (caso de los productos prefabricados de hormigón) deben declarar además de los módulos A1-A3 el fin de vida (C1-C4) y el módulo D. Este nuevo enfoque introduce aspectos como la circularidad de los materiales, en la medida que estos puedan tener una mayor tasa futura de reutilización o reciclaje, lo que en los productos prefabricados de hormigón pueden contribuir de forma más reseñable frente a otros materiales.

Por último, los valores de los indicadores que aparecen en las DAP se hacen para periodos de tiempo fijos (por ejemplo, el GWP es para un periodo de 100 años) pero esto no permite relativizar los impactos de los materiales pues seguramente tendrán durabilidades distintas. No obstante, aunque esta nueva variable temporal todavía no queda incluida, sí podría justificarse de forma complementaria, a través de metodologías de cálculo consolidadas, como puede ser en el caso de las estructuras prefabricadas de hormigón según el Anejo 12 del Código Estructural [4], para lo que ANDECE ha desarrollado igualmente otra herramienta informática de cálculo que permite a los usuarios, mejorando algunos parámetros (por ejemplo, reduciendo la velocidad de corrosión) una extensión significativa de la vida útil, de forma que los impactos ambientales queden amortizados en un mayor periodo de vida útil. Siguiendo el mismo ejemplo anterior, pero en este caso para todo el ciclo de vida:

GWP del prefabricador A: 200 kgCO2eq/Tn – Vida útil paneles = 50 años (cumplimiento estricto de la reglamentación)

GWP del prefabricador B: 250 kgCO2eq/Tn – Vida útil paneles = 100 años

Introduciendo la vida útil de ambos fabricantes:

GWPPref A = 200 kgCO2eq/Tn / 50 años = 4 kgCO2eq/Tn·años

GWPPref B = 250 kgCO2eq/Tn / 100 años = 2,5 kgCO2eq/Tn·años

Por tanto, introduciendo la variable tiempo se podría afirmar que el prefabricador B tiene un GWP inferior analizando el ciclo de vida completo.

Con estas premisas, podríamos comenzar a realizar comparaciones ambientales más precisas, siempre con las cautelas necesarias y no tomar conclusiones rápidas y seguramente erróneas, motivadas por afirmaciones insuficientemente consolidadas en la extensa información que nos puede aportar una DAP [5].

Referencias

[1] Herramienta A-DAP ANDECE verificada por TECNALIA https://www.andece.org/wp-content/uploads/2024/07/Certificado-Herramienta-ANDECE-v4.pdf

[2] UNE-EN 16757:2023 Sostenibilidad de las obras de construcción. Declaraciones ambientales de producto. Reglas de Categoría de Producto para hormigón y elementos de hormigón

[3] UNE-EN 15804:2012+A2:2020 Sostenibilidad en la construcción. Declaraciones ambientales de producto. Reglas de categoría de producto básicas para productos de construcción

[4] Presentación del Anejo 12 del Código Estructural – Estimación de vida útil de elementos de hormigón https://youtu.be/xHh2v2m1ohQ?si=eBDv6Zq6NWl2ZvLC

[5] “Las comparaciones sostenibles las carga el diablo”. Revista Cemento Hormigón, ISSN 0008-8919, Nº. 1009, 2022 https://cemento-hormigon.com/tribuna/las-comparaciones-sostenibles-las-carga-el-diablo/